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sábado, 21 de noviembre de 2009

Caribe Mix

Etapas de transición antes de Los Pirineos

Es que no podría haber sido de otra manera.
El viernes 13 de noviembre me levanté tarde y me di una vuelta para despedirme de San Cristóbal, por segunda vez. A las 18:30 estaba en el autobús que habría de llevarme hasta Campeche. A las 6 de la mañana siguiente amanecí en Campeche, capital del estado mexicano del mismo nombre. Calles desiertas y sueño acumulado me recibieron, después de toda la noche en el bus. Me fui caminando desde la estación hasta el centro de la ciudad, donde tenía localizado un hostal. Ya en el centro -típico centro colonial de calles estrechas, edificios bajos y plaza con iglesia- me fui a desayunar a un sitio que abrían 24 horas, algo caro, eso sí, y con los camareros con más sueño que yo. El hostal, de nombre Monkey Hostel, no era maravilloso -quizás para un mandril sí- pero sí muy céntrico, con vistas a la plaza de la Independencia y a la catedral. Después de instalarme fui a dar una vuelta por el mercado y por el malecón.
La tarde la pasé en el hostal, actualizando el blog y charlando con algún que otro primate hospedado en el hostal.

Allí todo es muy campechano

Abre los ojos II

Catedral

Malecón con jamón

Festival campechano en la plaza

Campechanismo arquitectónico

En el hostal conocí a Nika, una joven alemana que estaba haciendo un recorrido similar al mío.
Así que al día siguiente me levanté temprano y me preparé para largarme a Mérida, en compañía de Nika. A las 4 de la tarde ya estábamos en la capital del estado de Yucatán. El hostal era muy chulo y tenía piscina -alberca como dicen por acá-, aunque lleno de gringos. Fuimos a comer algo y a dar una vuelta por el centro.
Al día siguiente había previsto ir a la oficina de Mexicana de Aviación que se encontraba en la ciudad para comprar los boletos para volar a Cuba. La cuestión es que para ir al país de Fidel, tienes que tramitar una especie de visado o tarjeta de turista, por lo que tenía que ir en persona a la oficina -no puedes comprar el billete por internet, o eso pensaba-. Llegué a la oficina caminando, pues estaba próxima al hostal donde me quedaba. No podía ser tan fácil. En la puerta de la desolada oficina se encontraba un cartel en el que comunicaban el traslado a otras oficinas. Pregunté en la calle por la nueva dirección y me señalaron que tenía que caminar un buen rato para llegar. Efectivamente, después de una hora de caminata -a mi velocidad- llegué a la oficina de la línea aérea. Poco antes, un coche se había estampado contra un posted de hormigón a gran velocidad, a unos 20 metros de donde yo me encontraba. El joven conductor parecía estar bien, aunque el coche había quedado absolutamente destrozado. En fin, tras el sobresalto, llegué a la oficina para comprobar que estaba cerrada por ser día festivo. Luego me enteré que realmente ese día no era festivo, pero el viernes siguiente era 20 de noviembre, aniversario de la Revolución Mexicana -que extrañas conexiones tiene la historia: aniversario de la revolución mexicana y de la muerte de Franco-, y por eso habían pasado el día festivo al lunes anterior. Inexplicable. Volví al hostal cariacontecido y desboletado. Eso acrecentó mi intención de largarme de la coqueta e hiperturística ciudad de Mérida, en el mal sentido de la palabra. Y así lo hice. A las 12:40 salía mi bus con dirección a Tulum, ya en la costa caribeña mexicana. Antes me había despedido de Nika que seguía su itinerario con dirección a Cancún.

Catedral de Mérida

Mercadillo dominguero en la plaza

Nika comiendo churros,
que aseguraba mejores que los de España



Nocturno extremeño

Merodeando por Mérida

De camino a la aerolínea

Tendría que haber más tiendas como esta




No hay pibe que se pribe del Caribe, la hamaca de la tía Paca, los policías que susurraban a los campistas y cómo los Cozumeles dan cobijo a nuestras pieles

A media tarde ya estaba en Tulum. En la guía había seleccionado un hostal con cabañas, alejado de la ciudad, pero cercano a las ruinas mayas que dan fama al lugar. El taxista me señaló que ese sitio estaba cerrado -pensé yo que en uno de esos cuentos taxisteros tantas veces vividos para llevarte a un hostal en el que él tuviese comisión, aunque viendo mis reticencias me llevó al sitio que yo le había indicado para mostrarme que, efectivamente, estaba cerrado-. Acabé pues en un camping-barracódromo cercano y al lado de la playa, el Mariachi Beach, después de pedir disculpas al taxista por mi desconfianza.

El Mariachi Beach

No les quedaban cabañas simples, sólo dobles de 350 pesos y hamacas. No me percaté que iba justo de efectivo y no había pasado por el cajero en el pueblo. No aceptaban tarjetas -de hecho, no tenían ni luz en las cabañas, cuando alquilabas una, te daban unas velas (como en la cueva de Semuc Champey)-. Además, nunca había probado la experiencia de dormir en una hamaca. Así lo hice. No fue una mala experiencia, pues aunque no lo parezca, es cómodo dormir en hamaca, aunque por la noche refrescó bastante y los mosquitos hicieron de las suyas con mi cara.

Desde la hamaca

Amanecer en la hamaca

Sueño hamaquiano

Amanecer

Amanecido


Marina

El mar, idiota, el mar


Esa misma noche conocí a Marlo, una sinaloense residente en Monterrey que estaba pasando una semana de vacaciones visitando ruinas mayas (la zona de Yucatán es muy abundante en ruinas, y en sinaloenses).
A la mañana siguiente fuimos a ver las ruinas, cuyo principal atractivo es que se encuentran al lado de la playa, con vistas impresionantes.

Tulum

Ruinas a lo lejos

Ruinas a lo cerca

Ruinas en el paraiso

Ruinez

Ruindad

Ruinismo

Los mayas se lo montaban bien

Marlo, experta en ruinas

Columnas

Visitante de las ruinas sin entrada

Chin-pon


El siguiente destino era Playa del Cármen, siguiendo la costa hacia el norte. Marlo también tenía previsto ese itinerario, por lo que fuimos juntos para allá. La verdad es que es un sitio bastante espantoso, lleno de tiendas y de turistas en bañador. Para que os hagáis una idea, yo lo definiría como una mezcla entre Lloret de Mar, Benidorm, Marbella y el infierno. Sirva de dato ilustrativo que todos los precios en tiendas y demás figuraba en Dólares USA y los extrovertidos comerciantes se dirigían a ti por defecto en inglés (= gringolandia).

Única foto que tengo de P. del Carmen



Al día siguiente salimos para Cozumel. Se trata de una pequeña isla separada de Playa del Carmen por 40 minutos de ferry. San Miguel de Cozumel, es la población más importante de la isla -y yo diría que la única- y presenta reminiscencias playacarmenianas, aunque el resto de la isla no.
Una vez en la isla, fuimos directamente a la Rentadora Isis a alquicar un coche, según el plan previsto. Conseguimos, por 35 dólares, un Vocho -como llaman aquí a los Volks Wagen Escarabajos- convertible y de color morado. En él recorrimos toda la isla varias veces.

Vocho

Vocho un poco pocho (el freno iba fatal)



Para amortizar el gasto del carro, decidimos acampar por ahí a lo furtivo, aprovechando que Marlo llevaba una tienda de campaña. Elegimos el Parque Nacional de los Arrecifes, una playa con formaciones coralinas y volcánicas llena de flora y fauna diversa, a la que se podía acceder con el coche. Estuve un buen rato recogiendo piedritas, corales y conchas que emplearé con muchos de vosotros -si no con todos- a modo de souvenir (bueno, bonito y barato).

Vocho en la entrada del parque de arrecifes


Arrecifes

Arrecifes y playa

Los arrecifes oscurecidos por el anochecer


Cuando anocheció, montamos la tienda y bebimos tequila -qué otra cosa íbamos a hacer-. De repente vimos una intensa luz que nos alumbraba y cómo dos policías se acercaban empuñando sus linternas. Como era de esperar, nos digeron que allí no se podía estar y que esa parte de la isla quedaba cerrada por las noches. Las razones que nos dieron fueron exclusivamente relativas a nuestra propia seguridad, pues según afirmaron, el ejército recorría esa zona muy temprano en busca de cubanos huidos y de fardos de droga lanzados al mar y recogidos por allí. Nos dijeron -en todo momento muy amablemente- que a cambio nos llevarían a una zona cercana y segura en la que podríamos quedarnos sin problemas. Yo ya me había hecho ilusiones de desperdar junto a un fardo de 50 kilos de coca, pero no pudo ser.
Recogimos todo y les seguimos. Llegamos a la playa Mezcalito's y nos señalaron dónde podíamos quedarnos. Así lo hicimos. La verdad es que el cambio mereció la pena.

Nuevo emplazamiento acampil

Acampando en Cozumel

Mezcalito's Beach

De vuelta



Playa Bonita, Cozumel


Por la mañana temprano recogimos todo y nos fuimos con la fresca de la paradisíaca playa de Mezcalito's.
Devolvimos el coche y buscamos un sitio donde quedarnos en San Miguel.

Anochece en San Miguel de Cozumel

Al día siguiente agarramos el ferry de las 7 para llegar a Cancún. Marlo tenía su vuelo de regreso a Monterrey desde el aeropuerto de Cancún. Nos despedimos y yo me fui para el centro a buscar un hostal.

Nos vamos

Desde el ferry

Banderismo

Bandolerismo

Llegué a la estación de autobuses de Cancún sobre el medio día del viernes 21 de noviembre. Cercano a la estación encontré el Mayan Hostel, barato y con internet. Por la tarde me acerqué a la oficina de Mexicana para comprar el billete a Cuba. Por supuesto, la oficina se había trasladado y tuve que caminar otro buen rato hasta llegar a su nueva ubicación (por lo menos esta vez nadie se estampó con el coche cerca de mí). Llegué a las 17:38 a la oficina y justo el horario de cierre era las 17:30. Aún así pude preguntar a la empleada que todavía estaba dentro y me indicó que al día siguiente no abrían -era domingo-, pero en el aeropuerto sí.
El domingo por la mañana me dirigí al aeropuerto y me indicaron que el billete a Cuba me costaba unos 4200 pesos (en internet estaba a 3600, unos 188 euros) y que el visado me lo vendían el mismo día del vuelo por 15 dólares en el mismo aeropuerto, por lo que podía comprar el boleto por internet sin problemas. De vuelta desde la estación de autobuses al hostal, ya decidido a comprar el billete por internet, vi una agencia de viajes con el reclamo de vuelos a Cuba por 217 dólares (unos 145 euros). Entré y efectivamente era así. Compré el vuelo con la compañía Cubana de Aviación, por lo cual mañana me las piro para Cuba.
Es probable que las dos semanas que esté en Cuba esté desconectado, por lo que me despido hasta mi regreso, cuando retomaré los relatos de lo que allá acontezca, si algo acontece.

Besos para todos y hasta ahorita. Seguid al acecho, oh estimados y silentes seguidores de blog.