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lunes, 26 de octubre de 2009

El paraíso (título dedicado al recientemente reaparecido Juanele)

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No es porque yo lo diga, pero sucedió más o menos así. El martes 20 me levanté temprano y me dirigí a la central de camiones de Zihuatanejo para emprender nueva ruta hasta la, también costera, población de Puerto Escondido. Para ello debía llegar hasta Acapulco y allí agarrar otro camión que me llevara a mi destino. La curiosa estación de Zihuatanejo me deparó la primera sorpresa del día, pues para acceder a las taquillas de venta de boletos había que atravesar un vestíbulo entoldado repleto de pájaros cuyo principal objetivo era cagarse en las cabezas de los allí presentes. Curiosamente, tuve suerte y pude emprender mi viaje inmaculado. Tras una parada de dos horas en Acapulco, reemprendí ruta hasta Puerto Escondido, donde llegué a las diez de la noche, siendo recibido por una impresionante tromba de agua. Tras registrarme en el Hotel, fui a dar una vuelta por el pueblo. La lluvia y la desértica apariencia del pueblo me hicieron regresar pronto.

Acapulco

A la mañana siguiente pude apreciar mejor la belleza del lugar. Se trata de una pequeña población costera de pescadores (y también de turistas) destino de surfistas, naturistas y autoestopistas cuyo principal afán es desaparecer. Es un pueblo pequeño, paradisíaco y encantador. En el hotel, un lugar agradable con terraza y hasta mesa de billar, me encontré con más gente que en mi destino anterior (y todos pagaban).



El puerto de Puerto

Playas interminablessssssss


Pescadores

El inconveniente de todos los paraísos, como bien saben Adán y Eva, es que son un tanto aburridos, por lo que tras estar tres días en el lugar (más tiempo del que había previsto en un principio), sin mayores historias que contar, salvo ser testigo de la suelta de crías de tortuga marina, ser testigo de las impresionantes puestas de sol, casi hacerme testigo de Jeová y ser protagonista de divertidos a la par que peligrosos baños en la playa, me decidí a cambiar de destino. El viernes me levanté temprano para dirigirme en furgoneta hasta la capital del estado, Oaxaca City, pero eso ya es otra historia...

Mar enfurecido, sueño de surfistas, suicidas y surfistas suicidas

Sol y sombra

Suelta de tortuguitas

Un surfista en apuros

Una tortuga en apuros

1 comentario:

MARKO BREGOVIC dijo...

¡A cualquier cosa le llama usted "apuros"! ¡Cómo se nota que anda de paraíso en paraíso! En fin, veo que ha pasado por alto dar detalles de su cuasi conversión... ¿Me los contará a su vuelta? ¿Intervienen en la historia dos hermosas mexicanas y virginales a las que usted convirtió a los Triunviratos de Jehová? Ardo en deseos... de saber más.