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sábado, 3 de octubre de 2009

Atravesando la Barranca del Cobre

El CHEPE no es un diminutivo del jorobado de Notre Dame, es el tren que te lleva desde Chihuahua hasta la población casi costera de Los Mochis (por supuesto un lugar de peregrinaje para mochileros). Para ello atraviesa La Barranca del Cobre, una cadena de cañones y desfiladeros que recorre toda la región.




En el trayecto, hay diversas paradas y uno puede hacerlo todo seguido o pararse en alguno de los pueblos en los que el tren tiene apeadero. Yo paré en Creel y me quedé en el bonito Hotel Margarita's dos noches. Desde allí hice una inspiradora excursión en bicicleta llena de sobresaltos, de saltos (de agua) y de asaltos (de bandoleros). Esto último no es totalmente cierto, pero me venía bien para culminal la tríada de chorradas. Las anécdotas son incontables, por eso no las voy a contar, pero sirva de ejemplo que al poco de salir de Chihuahua a las 6 am (como dicen aquí) el tren arrolló a un imprudente conductor dejando su coche en un estado bastante siniestro (no sé si total, pero bastante). No hubo heridos (creo).





El bonito hotel Margarita's


La serrana población de Creel


Durante el recorrido en bicicleta por el entorno de Creel (que por cierto, todo el mundo menos yo pronunciaba /cril/, por lo que los lugareños me miraban de una manera extraña y me atrevería decir que amenazante) que duró desde las 9 am hasta las 5 pm, pude contemplar las extrañas formaciones de piedra con formas de monje, de rana y de hongo. También pude solazarme junto al lago Arareco, extasiarme contemplando las cascadas de Cusarare, echar unas canastas con unos niños indígenas que no entendían el español y atravesar puentes colgantes con grave riesgo para nuestras integridades (la mía y la del puente).


Cueva de San Sebastián


Formaciones geológicas con forma de rana


Lago Arareco

El valle de los monjes

Echando unas canastas (de 3 no, que no hay línea)

Cascadas de Cusarare desde arriba

Cascadas de Cusarare desde abajo

Colgando de un puente

Tras el lapso aventuril en Creel (/cril/), proseguí el viaje en el CHEPE con Los Mochis en el horizonte (bueno, un horizonte que se encontraba a 10 horas de traqueteoso viaje). Los paisajes que desde la ventanilla del tren se podían contemplar eran sobrecogedores (y utilizo este término porque para los mexicanos 'coger' significa lo mismo que para los argentinos). Es uno de esos momentos en los que deseas estar con alguien conocido para compartir tan exuberante belleza. Ni la calidad de las fotos ni la instantaneidad de una imagen, por buena que sea, hacen justicia al paisaje, doy fe.




Parada del tren en Divisadero

Naturaleza desde el tren


Una vez terminó el viaje en Los Mochis a eso de las 11 pm, me dispuse a coger uno de los taxis colectivos que van de la estación hasta el centro, pues quedaba bastante retirado. Al día siguiente emprendí de nuevo viaje hasta Mazatlán, esta vez en autocar, pero eso ya es otra historia...