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miércoles, 23 de septiembre de 2009

Éxito




























































Me encuentro en el South Street Viaduct, un paseo fluvial que recorre la costa este de Manhattan y está salpicado por los numerosos puentes que comunican la rascacielística isla con Brooklin. Ahora se divisa mirando hacia el sur el puente de Williamsburg, auque al principio lo confundí por error con el famoso puente de Brooklin (la verdad es que es muy parecido, lo único es que está un poco más al norte y queda separado de aquél además por otro puente, el puente de Manhattan).puente de Williamsburg, un portento de ingeniería metálica, se encuentra en su lado manhataniano en una zona de instalaciones deportivas con campos de fútbol, baseball y pistas de atletismo de libre acceso.

Hoy también es un día nublado y gris. Dejo que los escasos y furtivos rayos de sol que logran escapar me calienten la frente quitándome la gorra, mientras me pongo a pensar en el éxito, un tema como otro cualquiera.

El éxito es un tema controvertido y complejo, pero está presente en cada una de nuestras actuaciones cotidianas y también en las excepcionales. Fruto de algún tipo de éxito es el hecho de que estamos aquí y somos como somos. También es exitoso el hecho de que seamos capaces de sobrevivir ante las dificultades mayores o menores que a cada paso se nos presentan. Pero al margen de esos éxitos más objetivos, podemos definir ese otro éxito con mayúsculas, ese éxito social que determina que estemos satisfechos con nosotros mismos y nuestra vida y despertemos la admiración de los demás.

Ayer, paseando por Broadway me encontré con Elsa Pataki que iba caminando y mirando escaparates bajo un gran paraguas que la protegía de la lluvia. Una mujer de éxito, sin duda, o al menos eso pensaría la mayoría: joven, guapa, famosa e imagino que con dinero.

Mientras escribo estas letras, dos mujeres latinas se afanan en barrer el paseo fluvial en el que me encuentro. Probablemente viven apiñadas con sus familias en pequeños apartamentos del Bronx y son la envidia de esos compatriotas suyos que no tuvieron la posibilidad o la tuvieron pero no tuvieron éxito. En fin, cada cuál debe saber si el verdadero éxito o el importante de verdad es el que despierta la admiración de los demás o es el que nos hace sentir bien con nosotros mismos.

Después de esta perorata introductoria que no sé muy bien a santo de qué venía os contaré que llegué sin novedad a New York y pude entrar a Estados Unidos sin ningún problema (el funcionario de la aduana no me interrogó sobre mi pintoresco plan de viaje). Mi periplo neoyorkino transcurrió entre paseos matutinos por Manhattan, cafés con leche de litro y medio e idas y venidas en el metro. El suburbano de New York presenta algunas peculiaridades dignas de mención, ya que uno está acostumbrado a otros metros más convencionales pensados para personas que desean dedicar poca atención a sus desplazamientos en transporte público. Hasta cogerle el tranquillo tuve que darme alguna que otra caminata fuera de guión o aparecer en lugares bastante alejados de mi deseo.

En alguno de los siguientes relatos explicaré algo más sobre mi estancia en New York. Ahora concluyo haciendo mención a los fósiles de dinosaurios del museo de historia natural (cercano al edificio Dakota donde asesinaron a John Lennon) y a una reproducción de Elvis (que pude ver en El Paso, Texas, unos cuantos días después). Ambos, John y Elvis, serían dinosaurios del Rock si aún estuvieran vivos. Para eso, deberían haber tenido algún otro tipo de éxito en lugar del que tuvieron.