Cuando uno se plantea emprender una aventura del tipo sevenindianweeks o cualquier otra semejante que implique visitar lugares remotos, exóticos y desconocidos, piensa que nada puede haber más incierto e imprevisible. No es así. Desde la seguridad que nos otorgan nuestras ordenadas vidas, en un país relativamente civilizado como el nuestro, pensamos que todo está controlado y que no queda margen para la sorpresa y la incertidumbre. Pero a veces la vida nos reserva momentos difíciles que nos hacen ver claramente que la vida, en sí misma, ya es una aventura preñada de sobresaltos a cada paso del camino, y que la certidumbre es un concepto que incumbe exclusivamente a los dioses y no a los mortales.
Escribo estas letras no desde la India, país que tuve que abandonar precipitadamente, sino de la pequeña población manchega de Viveros (patria chica de mis padres y lugar en el que mis raíces permanecen) debido a la repentina e inesperada muerte de mi padre. Hubiera preferido, en lugar de este texto que anuncia un intermedio forzado en mi viaje, seguir escribiendo sobre lo peculiares y diferentes que son las ciudades indias y las gentes que en ellas habitan, lo picante de sus sabrosas comidas o lo llamativo de los otros viajeros que por sus caminos uno se va encontrando. Es triste darse cuenta que en cuanto retome el viaje que dejé inconcluso habrá una persona menos esperando a que le explique lo que en él vi y lo que en él aprendí. De momento lo que he aprendido es que no hay mayor aventura que estar vivo y que no hay recuerdo tan perdurable y valioso como el de recordar a las personas que queremos y que ya no están con nosotros.
Hasta pronto.
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martes, 3 de febrero de 2009
El día de la República y la otra cara de la luna
26 de enero, día de la República de la India.
En 1947 la India logra independizarse del Imperio de su graciosa majestad británica, pero no es hasta 1950, el 26 de enero concretamente, cuando se crea la Republica de la India.
Estoy en Jaipur, la ciudad rosa, nombre recibido por el supuesto tono rosado que presentan muchos de sus edificios históricos, incluidos la muralla de la ciudad vieja y el archiafamado Palacio de los Vientos o Jama Mahal, aunque, a decir verdad, el tono real se aproxima más al naranja que al rosa. Es día festivo aquí, y la prensa local hace un repaso histórico de lo que supuso la creación del estado indio en forma de república y los retos y desafíos que se presentan, y las cuentas pendientes que aún tiene el estado con sus súbditos. No hay que olvidar que la India es un vasto país de más de mil cien millones de habitantes, de los cuales unos cuatrocientos millones son pobres, muy pobres o paupérrimos. La prensa, en general, no es nada adicta al régimen y reclama una renovación de la clase política, incapaz de resolver los problemas reales de un país tan complejo y muchas veces sumida en escándalos multitudinarios de corrupción. Además, en estos días, con un escenario de tensiones políticas con los vecinos de Paquistán, por los recientes atentados terroristas de Mumbai, viene a sumarse la incertidumbre que supone que el primer ministro indio haya sido sometido a una operación a corazón abierto en la que se le practicó un quíntuple bay-pass coronario.
Preguntando al joven autóctono Dinesh, que conocí escalando las murallas cercanas al templo de la diosa-elefanta Ganesh, sobre qué suponía este día para la población, me comentó que esta era una celebración más institucional y política que del pueblo, imagino que por la paulatina pérdida de fe en sus políticos y en el sistema político que se dieron hace 58 años. La fiesta que sí celebran por todo lo alto, según me comentó el joven jaipureño, es el de la independencia, que se celebra el 16 de agosto. Una interpretación que yo hago del asunto es que cuando un pueblo está oprimido por otro, lo más sencillo es culpar al país invasor de todos los males que a uno le atenazan, con la consiguiente alegría que supone cuando se pone fin a esta involuntaria subordinación. Ahora bien, celebrar por todo lo alto el día de la república sería como asumir la incompetencia de ellos mismos, encabezados por su clase política, incapaces de dar soluciones a un pueblo que se desangra desde hace más de sesenta años. Imagino que aún siguen viendo en los británicos a los causantes de todos sus males, y que aún hoy tienen que pagar las consecuencias de su ya lejana opresión.
Cuando uno se para a pensar que un país con cuatrocientos millones de pobres ha comenzado una costosísima carrera espacial, teniendo como horizonte la conquista del humilde satélite que da vueltas alrededor de nuestro estresado planeta, no puede evitar calificar la actitud de sus políticos como lunática e infantil. Quizás, esperen encontrar el remedio de todos sus males en la cara oculta de la luna, lugar abierto a todas las hipótesis, o aún mejor, tengan pensado acabar con la pobreza de su país enviando a todos los pobres a ese idílico e ignoto lugar, en naves espaciales con diferentes clases, en las que por un precio módico cualquier pobre podrá acceder a tan liberador viaje, eso sí, en vagones de tercera.
En cualquier caso, y ya que en España aún no podemos celebrarlo, os deseo a todos ¡UN FELIZ DÍA DE LA REPÚBLICA!
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