Páginas

martes, 29 de septiembre de 2009

Pi-pi-pi-pi-rí Chihuahua



Buitres en el cementerio



Haciendo el indio


40 casas



Desierto y carretera



Paquimé



Desertando

South of the border (la película)

Montserrat en Nuevo Mexico



On the border


Un pollo en el Kentuky

Ciudad Juárez y la sierra

South of the border



Primera semana

Hace ya una semana desde que llegué a México (viva México cabrones). La verdad es que no he tenido demasiado tiempo para explicar las cosas que he hecho estos días. Ya quedan lejos los primeros momentos cuando llegué a New York; cuando me encontré con Elsa Pataki; cuando estuve con Begoña recorriendo la ciudad (sobre todo en metro) y haciendo footing por Central Park entre millares de neoyorkinos domingueros y estresados.
Intentaré hacer un rápido recorrido por estos días para poneros al día.
Dejé New York el lunes 21 y llegué a El Paso (Texas) con varias horas de retraso. Mi amiga Alpha vino a recogerme y llegamos a Ciudad Juárez ya entrada la noche. Esos primeros días trancurrieron entre tequilas y cerveza junto a Alpha y su novio Roberto, y visitas a lugares emblemáticos de la ciudad, como el bar Kentuky, lugar en el que supuestamente se inventó el margarita (el cóctel no la flor).

Otra de las excursiones me llevó a pasar la frontera con Estados Unidos desde México. Es una experiencia muy interesante. Hay una gran fila de coches que pretenden pasar al lado gringo (El Paso) tras la revisión de los agentes de aduanas. A nosotros nos tocó un gracioso que decía no creerse nada de lo que le explicamos, aunque nos dejó pasar tras un absurdo interrogatorio. Una vez en EEUU nos dirijimos a Mesilla en el estado de Nuevo Mexico. Un pueblo de película del Oeste donde fue juzgado, en su momento, Billy the Kid. Esa noche cenamos en El Paso una hamburguesa de carne de búfalo.
Al día siguiente emprendimos un recorrido por el estado de Chihuahua que nos llevó por el desierto (en una de sus partes con dunas y todo) hasta Casas Grandes, donde se encuentra el poblado de adobe de Paquimé, patrimonio de la humanidad. Después de una memorable cena en casa de la tía de Roberto con artistas gringos, viejos mecenas del lugar y extraños personajes salidos de una dimensión adimensional, en la que se incluían cantidades nada despreciables de sotol, una bebida parecida al tequila en la que se sumerge una serpiente de cascabel viva en un fermentado de magüey para que vaya soltando el veneno e imagino que otros fluidos corporales.
También visitamos la admirable estructura de casas en lo alto de una de las paredes de un cañón natural, conocido como Cuarenta Casas. Esa noche dormimos en una cabaña a las afueras de la población de Madera, junto a la que se encontraban algunas casas típicas de los indios, los famosos tipis.
Finalmente, llegamos a la ciudad de Chihuahua, capital del estado con el mismo nombre. Una ciudad más interesante que Ciudad Juárez con más encanto y más cosas par ver y hacer.
Después de un par de noches en Chihuahua presididas por los excesos, hoy me encuentro en el serrano pueblo de Creel, a donde he llegado en el CHEPE, el tren que recorre todo el estado chihuahuense, pasando por el Barranco del Cobre hasta la costa del pacífico. Si todo va bien, el jueves retomaré el tren para llegar a la costa, pero eso ya es otra historia...

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Éxito




























































Me encuentro en el South Street Viaduct, un paseo fluvial que recorre la costa este de Manhattan y está salpicado por los numerosos puentes que comunican la rascacielística isla con Brooklin. Ahora se divisa mirando hacia el sur el puente de Williamsburg, auque al principio lo confundí por error con el famoso puente de Brooklin (la verdad es que es muy parecido, lo único es que está un poco más al norte y queda separado de aquél además por otro puente, el puente de Manhattan).puente de Williamsburg, un portento de ingeniería metálica, se encuentra en su lado manhataniano en una zona de instalaciones deportivas con campos de fútbol, baseball y pistas de atletismo de libre acceso.

Hoy también es un día nublado y gris. Dejo que los escasos y furtivos rayos de sol que logran escapar me calienten la frente quitándome la gorra, mientras me pongo a pensar en el éxito, un tema como otro cualquiera.

El éxito es un tema controvertido y complejo, pero está presente en cada una de nuestras actuaciones cotidianas y también en las excepcionales. Fruto de algún tipo de éxito es el hecho de que estamos aquí y somos como somos. También es exitoso el hecho de que seamos capaces de sobrevivir ante las dificultades mayores o menores que a cada paso se nos presentan. Pero al margen de esos éxitos más objetivos, podemos definir ese otro éxito con mayúsculas, ese éxito social que determina que estemos satisfechos con nosotros mismos y nuestra vida y despertemos la admiración de los demás.

Ayer, paseando por Broadway me encontré con Elsa Pataki que iba caminando y mirando escaparates bajo un gran paraguas que la protegía de la lluvia. Una mujer de éxito, sin duda, o al menos eso pensaría la mayoría: joven, guapa, famosa e imagino que con dinero.

Mientras escribo estas letras, dos mujeres latinas se afanan en barrer el paseo fluvial en el que me encuentro. Probablemente viven apiñadas con sus familias en pequeños apartamentos del Bronx y son la envidia de esos compatriotas suyos que no tuvieron la posibilidad o la tuvieron pero no tuvieron éxito. En fin, cada cuál debe saber si el verdadero éxito o el importante de verdad es el que despierta la admiración de los demás o es el que nos hace sentir bien con nosotros mismos.

Después de esta perorata introductoria que no sé muy bien a santo de qué venía os contaré que llegué sin novedad a New York y pude entrar a Estados Unidos sin ningún problema (el funcionario de la aduana no me interrogó sobre mi pintoresco plan de viaje). Mi periplo neoyorkino transcurrió entre paseos matutinos por Manhattan, cafés con leche de litro y medio e idas y venidas en el metro. El suburbano de New York presenta algunas peculiaridades dignas de mención, ya que uno está acostumbrado a otros metros más convencionales pensados para personas que desean dedicar poca atención a sus desplazamientos en transporte público. Hasta cogerle el tranquillo tuve que darme alguna que otra caminata fuera de guión o aparecer en lugares bastante alejados de mi deseo.

En alguno de los siguientes relatos explicaré algo más sobre mi estancia en New York. Ahora concluyo haciendo mención a los fósiles de dinosaurios del museo de historia natural (cercano al edificio Dakota donde asesinaron a John Lennon) y a una reproducción de Elvis (que pude ver en El Paso, Texas, unos cuantos días después). Ambos, John y Elvis, serían dinosaurios del Rock si aún estuvieran vivos. Para eso, deberían haber tenido algún otro tipo de éxito en lugar del que tuvieron.

martes, 22 de septiembre de 2009

Desde América con amor

Queridos seguidores bloguistas. Sé que sois legión y estoy notando ya vuestra presión par regocijaros disfrutando de mis historias. Ahora mismo me encuentro en la archifamosa y siniestra Ciudad juárez en el estado mexicano de Chihuahua, después del periplo neoyorkino. Os puedo prometer que en breve os iré dando algunas píldoras y primeras impresiones de lo que me he ido encontrando en esta primera semana de viaje. Paciencia que todo llega.
Hasta muy prontitos gueys.